jueves, 17 de julio de 2014

People.

Hay veces que tenemos miedo a abrirnos a una persona porque tenemos miedo de que cojan toda nuestra confianza y la terminen lanzando al vacío sin miramientos. Tenemos miedo porque nos aferramos a ese pasado en el que nos hicieron daño, una vez, dos e incluso tres. Y a la tercera va la vencida. Y nos dimos por vencidos, dejamos que ese pasado no nos deje tener un futuro. Dejar que te conozcan, dejar que te quieran y te cuiden es como un tren que pasa demasiado rápido para cogerlo y que casi sin querer destroza todo lo que se ponga en su camino. Pero hay que aprender a dejar de tener miedo a la velocidad con la que aparece ese tren. Porque el problema no es la velocidad. El problema es el miedo a que no vuelva a pasar más. El problema es que después de que nuestra ilusión haya muerto tantas veces, nosotros ya nos habremos encerrado tanto en nosotros mismos que nada nos volverá a hacer tanta ilusión como aquellas veces en el pasado. Pero aunque nos hayan hecho daño muchas veces y nos hayan defraudado otras tantas, la vida simplemente se trata de eso. No todo tiene que ser bueno, también tiene que haber cosas malas, porque si no, ¿de qué hablarían las canciones tristes, si no es de fracaso, desconfianza y dolor? Porque apuesto lo que sea a que una de tus canciones favoritas habla de eso.


No hay comentarios:

Publicar un comentario