Morena, de estatura, para mí que soy un enano de jardín,
alta, ojos marrones, de preciosa sonrisa y con un cuerpazo que muchas
quisieran. Ahí está. Acercándose y diciéndome “felicidades”, ella, que ni
siquiera la conozco. Dos besos rápidos y una sonrisa amable. Ahí, justo ahí,
empieza todo. Empiezan las eternas sonrisas al hablar con ella, las mil y un
pulsaciones por minuto al ver que se acerca el momento de vernos, los nervios y la vergüenza al no saber
reaccionar cuando está cerca.
Solo han sido dos días. DOS DÍAS. Y ya me encanta. Y cosas
como están me sirven para darme cuenta de que las cosas buenas pueden llegar en
cualquier momento y en el menor tiempo posible te pueden hacer ver que son
espectaculares y posiblemente, no se terminen en seguida. Posiblemente, podamos
disfrutar juntas durante un tiempo. Yo estoy dispuesta a ello. Y a pesar de que
tengo miedo, tengo muy claro que si no sale bien, no voy a atormentarme. Pero
confío en que saldrá bien.