jueves, 29 de marzo de 2012

Solo un deseo.

El otro día iba caminando por una calle, por donde pasa mucha gente todos los días. Cuando llegue al final, me paré en seco, me arrimé a la esquina, para no obstruir el paso a las personas que pasaban, y me giré. Y vi mi pasado. Como si estuviese alejandome de el. Y una sensación de vacio me inundó completamente.
He dejado muchas cosas atrás. Amigos, familiares, historias perdidas, dueñas de una caja vieja ahora escondida debajo de un armario.
Pero hoy, no quiero escribir sobre ese día. No. Hoy, quiero escribir sobre algo, que me ha sucedido hace ya tiempo.
¿Conoceis esa sensación que os invade cuando hablais con esa persona, a la que considerais más que una amiga? ¿Esa sensación que os hace daros cuenta de que las cosas no marchan bien? Pues esa sensación la he tenido hace poco, con ella.
Hace poco, me di cuenta, de que nuestros caminos no eran los mismos. No compartiamos las mismas cosas que compartiamos antes. Y me da rabia. Porque a pesar de que solo la conozco de hace un año y pico, esa chica, ha marcado un gran antes y un gran después en mi vida. No solo por como me ha tratado. No. Si no por su manera de ver las cosas. Por lo madura que es a pesar de tener 15 años. Por todas esas cosas que por mucho que lo intentes no sabes explicar porque son tan sumamente especiales que es fisicamente imposible tratar de explicarlas con palabras. No se puede. Y pensareis, que nada es imposible y todos esos tópicos que tratan de lo mismo. Pero yo pienso así y no me vais a hacer cambiar de opinión. El caso es, que me he entregado totalmente a esa amistad que yo tenía con ella, he confiado en ella como nunca lo había echo con nadie y nos hemos enfadado inumerables veces y nos hemos reconciliado otras tantas, pero ha llegado a tal punto, que me ha hecho ver, que ella, por mucho que yo confie en ella, nunca lo hará de la misma forma.
No la culpo, ni me enfado, ni nada por el estilo. Simplemente, me gusta ser tratada igual que yo trato. Me gusta que una amistad sea recíproca. No la pido ser su mejor amiga, ni ser de lo mejor de su vida. Porque sé perfectamente que no lo soy y sus amigos de casi toda la vida están muy por encima de mí. Solo pido por lo menos, la mitad de la confianza que yo la doy a ella. Solo la pido ser un apoyo para ella.
No la estoy pintando como a la mala de la película o eso intento, porque no lo es. 
Ahora, me dirigiré a ti directamente. Marta, entiendeme.
No quiero tirarlo todo por la borda, otra vez, no te voy a dejar tirada, esta vez no. No te voy a meter una puñalada, como la del año pasado. No. Por eso, voy a intentar, que todo este bien.
Pero concedeme solo ese deseo. Intentalo al menos. Intenta darme tu confianza. Intenta que no sea tu últimisimo apoyo.


jueves, 22 de marzo de 2012

Fight.

Llevaba algún tiempo perdida, desconectada del mundo. Pero he vuelto. Mejor que nunca.
Las últimas situaciones en las que me he encontrado me han echo madurar en cierto sentido, centrarme y ver el lado más positivo de las cosas. He cambiado. Mucho. Más de lo que yo misma me esperaba.
Me he convertido en una chica reservada y discreta. En una persona que desconfía incluso de su propia sombra. Tal vez haya dos o tres personas en las que apoyarme verdaderamente cuando las cosas me van mal. Pero solo eso. Nada más.
Los golpes llegan cuando menos te lo esperas y aunque a mi me han pillado desprevenida alguno que otro, he sabido afrontarlo sin derramar a penas 50 lágrimas.
Tengo que luchar por lo que realmente quiero, pero cuando te ponen los frenos, te das cuenta de que tienes que desistir. Tienes que dejar que pase el chaparrón, que ya saldrá el sol de nuevo. Cuando menos te lo esperes, el río volverá a su cauce y los pajarillos saldrán a cantar tu canción favorita. Es tan solo cuestión de paciencia.
Mientras tanto, relájate, tomatelo con calma, siéntate en tu sofá y pon a todo volumen la canción que más te motive en esos motivos y no vayas demasiado deprisa, porque ni tú ni yo queremos otro golpe más.