sábado, 23 de marzo de 2013

Brown. Green.

Era miércoles 5 de Diciembre, las 17:55 y solo quedaban cinco minutos para que la persona de ojos verdes llamase a su casa. La persona de los ojos color caramelo estaba de arriba para abajo, un saco de nervios en toda regla, deseando que llegase ya. Pasaron los minutos y los segundos y a las 18:02 llamó.
-¡Hola!-Abrió la puerta de su casa y dando un breve abrazo, invitó a pasar a su acompañante.
-¿Cómo estás?-La sonrisa que se dibujó en su cara alcanzó sus ojos verdes, haciéndolo todo más sincero.
-Muy bine, muy bien, tenía ganas de que llegases.-
-Aquí me tienes.-Otra sonrisa.
-Ven, vamos al salón.-Llegaron al salón y se sentaron en uno de los sofás, con el ruido de la tele de fondo.
-¿Quieres tomar algo?-Dijo levantándose y estirándose la camiseta.-¿Una Fanta o algo?
-Sí, una Fanta es perfecto.-Otra sonrisa más.
Fue a la cocina y empezó a decir tonterías para que se riese y consiguiéndolo, también se rió, acompañando su risa.
-Aquí tienes.-Se la tendió con una sonrisa amable dibujada en el rostro.
-Gracias. Bueno, ¿que película es la que dices que íbamos a ver?
-Ah sí, cierto, la película, casi se me olvida. Pues no sé, la de P.D: te quiero,¿no?
-Sí.
Encendió el DVD y le dio al Play, apagó la luz y se acomodó a su lado.
La película transcurrió normal, con alguna risa y mirada de reojo por ambas partes hasta que la persona de los ojos color caramelo se decidió y posó sus ojos sobre los suyos verdes, como pidiendo permiso. Y sin esperar, se inclinó poco a poco y rozó sus labios, los juntó y permaneció así, hasta que su boca se entreabrió y permitió seguir su camino a su lengua. Se fundieron y se besaron, lentamente, como con vergüenza hasta que la persona invitada, se apartó algo bruscamente.
-Lo siento... Yo, no creo que pueda hacer esto.-
-Vale. Lo siento, perdóname.-Se levantó y nerviosamente se pasó una mano por el pelo. Paró la película y resopló amargamente.
-Será mejor que me marche.
-No, bueno, yo...-
-No digas nada. Me voy. Perdóname tú a mí.
Observó como se ponía el abrigo y acompañando a esa persona a la que tanto quería, no tuvo más remedio que abrir la puerta y dejar que se marchase.
-Espero que podamos al menos ser amigos, como hasta ahora. Yo no quería que me malinterpretases.-La persona de los ojos verdes, acarició la mejilla y posó sus labios en ella, recogiendo con ellos una lágrima que descendía directamente de sus ojos color caramelo.
-No te preocupes.-Se secó otra lágrima que caía y observó como se marchaba de su casa.


La persona de los ojos color caramelo empezó a ver a la persona de los ojos verdes con menos frecuencia, fueron perdiendo relación hasta que se convirtió en un recuerdo doloroso y amargo. Ahora esas personas a penas se acuerdan y aunque la persona de los ojos color caramelo, sigue queriendo y echando de menos a la persona de los ojos verdes, continúa su camino, llorando su recuerdo e intentando recordar su voz.
No todas las historias acaban bien.

"Espero que al leer esto, te acuerdes de aquellos días y me recuerdes. Recuerdes cuanto te quería y cuanto te sigo queriendo. Espero que sepas comprender que yo nunca quise hacerte daño. Espero que  comprendas y espero que me dejes volver a verte. Han pasado muchos años y yo aún no te he olvidado. Ven a verme cuando quieras al portal donde te dejé aquel día, iré cada día a partir de hoy a las siete de la tarde. Esperaré una hora y así hasta el día de mi muerte. 
P.D: ¿lo adivinas?"
Esto fue lo que la persona de los ojos color caramelo hizo llegar a la otra persona y nadie sabe lo que pasó. Nadie sabe si se reencontraron o no. Pero eso, es otra historia que ya os contaré.

martes, 19 de marzo de 2013

Green. Brown.


Era miércoles 5 de diciembre y dos personas jóvenes salían del instituto por la puerta de atrás ya que una de esas personas iba a acompañar a la otra a sus clases particulares que tenía a esa hora todos los miércoles.
-¿Qué tal ha ido la mañana?-La persona que tenía el pelo castaño rompió el hielo ya que nadie decía nada.
-Bien, bien, ¿y la tuya?
-También bien.
Cuando se pararon en el portal de la academia miraron la hora y dándose cuenta de que aún era pronto, decidieron quedarse otro poco más.
-¿A qué hora vendrás?-La primera persona volvió a hablar con su voz ronca.
-A la que quieras, es tu casa.
-A mi me da igual, cuando te venga a ti bien.
-¿Sobre las 6?-Los ojos verdes de la segunda persona se clavaron en los color caramelo de su acompañante como buscando una respuesta a una pregunta no formulada.
-Perfecto…-Fue tan solo un susurro. Era un saco de nervios y no podía intentar disimularlo. Apartó el contacto visual y dirigió la mirada al suelo, tratando de ocultar ese rubor que no dejaba de aparecer sobre sus mejillas cada vez que estaba con esa persona de ojos verdes.
-Vale.
-Toma.- Sacando la mano del bolsillo de su cazadora, entregó un chupachups con la mano algo temblorosa a la mano sorprendida de los ojos verdes.-Sé que te gusta.-Sonrió tímidamente.
La otra persona no respondió más que con una sonrisa. Le desenvolvió y se lo metió en la boca disfrutando de su sabor a fresa.
-Bueno, creo que me voy.
-Vaya, vale, ¿nos vemos luego?
-Lo estoy deseando.-De nuevo, se sonrojó y tuvo que volver a mirar al suelo.
-Toma, para el camino.-Se sacó el chupachups de la boca, esa boca que deseaba tanto besar.
-No, lo he traído para ti. Quédatelo.
-¿Te da asco?
-No.
-Pues toma.
-Pero…
-¿No te atreves?-Alzó una ceja, desafiante.
-Sí que me atrevo.-Cogió el chupachups y sin apartar sus ojos color caramelo de los suyos verdes, se lo metió en la boca.
-Hasta luego.-Sonriendo triunfante, posó sus labios en la mejilla de la otra persona, se giró y llamó al telefonillo del portal.
-Sí, hasta luego…-Otro susurro, que guardaba millones de promesas, de esperanzas. Giró sobre sus talones y se marchó, saboreando el chupachups que hacía unos minutos había rozado esa boca que jamás sus labios rozarían. 




sábado, 2 de marzo de 2013

Mis gritos envasados al vacío, reventaron al fin.


Una semana, desde que mi estado de ánimo cambió, desde que todo para mí dejó de tener sentido. Desde que dejé de creer en las cosas, desde que me convertí en solo un cuerpo que camina y sigue una rutina diaria, casi asfixiante. Vivo en un mundo rodeado de personas egoístas que solo piensan en sus problemas y en su estrés y no se paran a observar las ojeras de no dormir, la cara pálida y la sonrisa entristecida de un amigo, que se preocupa más por los problemas de esa persona egoísta que de su aspecto moribundo. Y me doy cuenta que quienes realmente se preocupan son los que te conocen muy poco, cosa que te jode, porque aunque siente bien ver que alguien se preocupa por ti, no es quien realmente quieres que lo haga.

A veces pienso que soy demasiado buena persona, callándomelo todo y guardándome toda la mierda, por pequeña que sea, dentro y desahogándome con alguien a base de indirectas, porque si no, no sale de ninguno de ellos preguntar y pararse a observarme.
La rutina me absorbe hasta el punto de ahogarme totalmente en mi puta vida triste y llena de mierda, de la que intento huir, centrándome en los problemas de los demás y riéndome de lo absurdo que es hacer eso. Simplemente ya lo hago por inercia. Ya no tengo remedio. No espero creer ni en el amor, ni en la suerte, ni en Dios, ni en nada, todo lo voy a hacer por hacer algo y cuando llegue algo o alguien que me saque de ese círculo vicioso y me haga creer en las cosas, pararé y me empezaré a cuidar, tanto física como mentalmente.

Puede que en ocasiones sea incoherente, pero me da igual.
No soy feliz y de momento me importa una mierda no serlo, todo a su tiempo, lo que tenga que llegar ya llegará, por el momento, no quiero nada. Estoy bien así, seguiré mi rutina asquerosa y ya está, todo estará bien y quien realmente se quiera preocupar por mí que no pierda el tiempo, porque realmente no me pasa nada.