lunes, 21 de abril de 2014

Time.

Muchas veces me acuerdo de cuando tenía 14 años y estaba con el hijo mayor de los mejores amigos de mis padres, que es para mí, un hermano, pero de verdad y estabamos en un antiguo y abandonado campo de fútbol de hierba en un pueblo que está en una montaña, literalmente, contemplando una lluvia de estrellas fugaces, mientras escuchábamos a tan solo unos metros, el río, que era tan limpio que se reflejaba tan claramente el cielo que parecía que podías tocar la luna y las estrellas.
Me acuerdo de ese momento cuando estoy muy triste y me ayuda a calmarme porque si me concentro bien en el recuerdo, puedo notar el calor de mi hermano abrazandome y puedo sentirme tan feliz como entonces. Pocas veces he disfrutado tanto como aquellas vacaciones de verano.
Los grillos se podían escuchar muy cerca de nosotros, a nuestro alrededor, como si nos estuvieran acompañado, como si estuvieran viendo las estrellas con nosotros. De fondo escuchábamos también la conversación de nuestras madres, mientras fumaban un cigarro a la entrada de nuestro pequeño campamento. Sí, estabamos de acampada. Y era genial.
Me gusta acordarme de pequeños  pero a la vez grandes momentos como este.  Soy muy de detalles, me fijo mucho en cosas que al principio, en el momento, parece que no tienen importancia pero que cuando, después de un tiempo, te paras a pensarlo y a recordarlo, te das cuenta de lo importante que son todas esas cosas en las cuales la mayoría de la gente no se fija.

Remember.

No la conocía demasiado ni lo suficiente como para ahora, a estas alturas, llorarla, pero la verdad es, que cuando todo sucedió, no pude evitar, quedarme paralizada, pensando en cuando fue la última vez que la vi, cuando fue la última vez que la di dos besos, cuando fue la última vez que me sonrió con esa sonrisa preciosa que siempre me quedaba contemplando cuando me encontraba con ella.
Sabía poco de ella, lo justo para caerme bien y lo justo para felicitarla por su cumpleaños con un gran tirón de orejas y un comentario cariñoso, que era y es el mismo día que el mio.
No fui a su funeral. No pude. Lo pensé, pero me sentí tan fuera de lugar simplemente por haber llorado ese día, que no quería quedar como una falsa delante de nadie. Me pareció que solo podían sufrir sus verdaderos amigos y familiares, no gente que la conocía poco, como yo. Pero aún así, la pienso, sobretodo cuando leo ciertas cosas. Como ahora, leyendo "Bajo la misma estrella".
Me atrevería a decir que cuando veo a su grupo de amigas o cuando veo alguna foto de alguna de ellas, la busco, pensando en la última vez que la vi y resulta raro, porque me caía demasiado bien para lo poco que pude compartir con ella. Y me siento afortunada por haber podido conocer a una persona tan magnífica como me lo pareció a mi.

viernes, 18 de abril de 2014

Sorpresas.

No es necesario que una persona hable contigo a diario y a todas horas, a veces solo hace falta saber que está ahí, que te lo diga con una mirada, con un sonrisa por la calle o por el pasillo, con un "hola, ¿qué tal?" de vez en cuando por el WhatsApp o simplemente con un tweet diciendote que se ha acordado de ti viendo tal o viendo cual.
A veces no hace falta tener a esa persona pegada a ti todo el tiempo, a veces es mejor tener a esas personas lejos y cuando realmente las necesites sentirlas cerca.
La vida se trata de eso, de vivir solo, pero rodeado casi sin quererlo de gente a la que importar.