Sigo teniendo miedo.
A todo.
A nada.
A encontrarme por la calle contigo y tener que bajar la mirada para no perderme en la tuya. Si es que me miras... Que tengo dudas hasta de eso.
El otro día iba por la calle y miré a mi derecha y vi a tu hermana. Me dió un vuelco el corazón y abrí mucho los ojos porque pensé que eras tú. Seguí mascando mi chicle atropelladamente y volví a girar la cabeza hacia delante. Fueron a penas 2 segundos. Dos segundos que me bastaron para que ese nudo en la garganta apareciera. Y ese miedo me gritara en la cabeza que continuara andando.
Y qué miedo.
Y qué putada.
Y qué despacio pasa el tiempo.
Y qué mal haberme estancado en esa noche a las cinco de la mañana. Tú borracha. Yo también. Y un montón de lágrimas por mis mejillas.
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