Cada vez que te veo, la realidad y los problemas que tanto nos oprimen y nos angustian se quedan tras la puerta de tu habitación. Y cuando la cama nos atrapa, el tiempo se para y nos embarcamos en un viaje, que ojalá pudiera ser infinito, entre nuestros lunares.
Y a veces, entre los tuyos me pierdo. Pero no importa que me pierda, porque tu siempre me encuentras y me salvas en un beso que recorre cada fibra de mi ser. Entonces me doy cuenta de que podría pasarme una vida entera simplemente contemplando cada sonrisa y cada postura que adoptas en esa cama, que parece más grande de lo que realmente es. Cada detalle es importante y por eso, sin decirlo, tomo todas las fotos mentales que puedo en esos momentos en los que la realidad se ha esfumado.
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