lunes, 23 de abril de 2012

Mountain sound.

-¡Venga Charo, que nos vamos sin ti!- Grité con todas mis fuerzas, sacando la cabeza por la ventanilla del Renault azul oscuro de aquella peculiar familia.
A los diez minutos de esperarla, salió del portal de la Calle Ferrocarril, cargada con bolsas y maletas.
-Pero joder, cielo, ¿que llevas? ¿Todo tu armario?- Juan Carlos, su marido, salió del coche al verla llegar, para ayudarla, y haciendo hueco en el maletero, una gran carcajada inundó el coche.
Nos pusimos rumbo a Asturias, con la música a todo volumen sonando en el interior del coche, con las cuatro ventanillas bajadas.
Las canciones de Hombres G, El Canto del Loco, Pereza, Los Nikis y muchos grupos españoles más, hacian el viaje más ameno.

He de decir, que, esas vacaciones, fueron, para mí, todo un regalo. Cada baño en ese mar que tanto me gustaba, cada viaje, cada canción, cada castillo de arena, cada comida, cada una de las sonrisas, que todos ellos me regalaron, hicieron, que hoy, lloré al pensar, que nunca más vuelva a vivir unas vacaciones con mis dos familias. Tanto la de sangre, como la otra.

El tiempo y los pocos años que he vivido, me han enseñado, que a pesar de todo el esfuerzo que pongas en algo, si no vales no vales. Y yo, sé que he de rendirme a tiempo, antes de que me haga daño. Ellos siete me lo llevan diciendo, desde que el verano pasado, no hubo vacaciones en familia para nadie. He empezado a pensar, que tal vez, deba sufrir este año de ESO y rendirme ante lo imposible.
Con esta entrada, quiero agradecer toda la confianza que han puesto en mi, todos los empujones y todo el cariño que me han aportado, en este duro viaje, llamado adolescencia.
Aquí pongo fin a mi trauma. Creo. Aunque quizás, pueda salir adelante este poco curso que queda. Con un poco más de empeño.
AÚN NO ME VOY A RENDIR. Si he de morir, que sea luchando, y no llorando.




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