jueves, 25 de octubre de 2012

Wild, young and free.


Estuve encerrada en un invierno imaginario dentro de mi pequeña vida y la gente a la que conocí en aquel desgarrador frío fueron mi único verano. Por las noches, me despertaba soñando que saldría de mi prisión. Caía dormida con la imagen constante de mi misma riendo, bebiendo largos tragos de una botella de alcohol y bailando con toda esa gente. Tres días antes de decidirme a salir de la idiotez que recorría mi cuerpo, mis únicos y verdaderos momentos felices fueron ellos.
Era una pequeña escritora, no una famosa, que una vez soñó con convertirse en una brillante poetisa, pero que en una serie de eventos lamentables vio todo aquello convertirse en polvo, dividirse como un millón de pedazos de un espejo roto ante el cual solía mirarme cada mañana para darme ánimos. Las estrellas de la noche me llevaron a una locura que ni yo misma sé explicar, el cielo nocturno sobre el que dormía y soñaba y rezaba triste y lentamente me acunaba cada noche. Pero aquella locura no me importó tanto ya que sabía que se necesita conseguir todo lo que siempre quisiste y luego se necesita perderlo para saber que es la verdadera y fortuita libertad y gratitud.
Cuando la gente a la que conocí aquel año se enteró de mi desastrosa actitud y mi forma de vivir, me preguntaron por qué. Pero es inútil hablarle a personas que tienen la felicidad a diario, ellos no saben lo que es buscarla tan desesperadamente que tu cabeza entra en combate consigo misma hasta destrozarte tanto que cuando el resto se quiere dar cuenta no eres más que un cuerpo que camina sin pensamientos coherentes, sin sentimientos y completamente todo vacío.

Siempre fui una chica rara , mi madre me decía que tenía una visión muy rara de todo y que era más cambiante que cualquier camaleón. No tenía ninguna brújula que me indicase el camino, ni unos gustos permanentes a cerca de nada, simplemente me gustaba cambiar. Probar cosas nuevas. Era una persona indecisa y esa indecisión interior era tan grande y tan violenta que me recordaba al mar en invierno. Picado y salvaje. Y si os dijese que todo lo que pasó no fue mi intención, mentiría porque nací para ser la otra persona que ellos no querían encontrar en mí. Yo no era de nadie que era de todos, que no tenían nada. Lo quería todo con cada experiencia vivida y con una obsesión que me consumía cada minuto y segundo que pasaban, obsesión que me aterrorizaba hasta tal punto  que ni las palabras querían salir de mi boca. Todo había sido un sueño… O tal vez no.
S.

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