domingo, 14 de octubre de 2012

Sino. Sí y no.


Me desperté en un sueño. En él, estaba en una estación de tren oscura, con mucha gente a mí alrededor, despidiéndose de sus seres queridos algunos, otros bajando de los trenes y llorando de felicidad al ver a las personas que estaban esperándolos, y otros simplemente bajaban del tren con poco equipaje y volvían como se habían ido. Solos. En cambio, en mi andén estábamos unas seis o siete personas, esperando un tren que nos llevaría a ninguna parte. Un niño pequeño tiraba del abrigo gris de su madre, un bebé reía las caras que su padre le ponía, una señora se fumaba un cigarrillo y sonreía amargamente mientras se aferraba a una medalla, de estas que se abren y en su interior guardan una foto, que colgaba de su arrugado cuello, y una pareja joven se besaba e intercambiaba sonrisas, mientras consultaba de vez en cuando el reloj de la estación. Yo, miraba a mí alrededor y me acurrucaba más en mi abrigo, subiendo el volumen de la música que sonaba en mis cascos.
En ese tiempo que esperé al tren en aquella estación de tren, me di cuenta de que el tren que yo esperaba me llevaría a ver a esa persona culpable de mis constantes escalofríos, de mis constantes sonrisas, de mis constantes sentimientos creciendo y creciendo en gigantesca espiral por todo mi cuerpo.
Entonces lo entendí, aquel tren, nos llevaría a todos a donde quisiésemos estar.
Y me pregunté, si realmente quería ver a esa persona, me pregunté si tenía miedo de lo que pudiese sentir, me pregunté si estaba segura de querer ver esa sonrisa que me daría la respuesta. Y me respondí a todo que sí. Si que quería ver a esa persona, si que tenía miedo de lo que pudiese haber estado creciendo en mi todo aquel tiempo, y si, estaba segura de querer ver la respuesta.

Me subí al tren y me acurruqué en un asiento al lado de una ventana, cerré los ojos y desperté justo cuando mi móvil vibraba en mi mano, señalándome, que mi parada era la siguiente.

Con el corazón en un puño y toda mi cabeza dando vueltas, esperé a que las puertas se abriesen, bajé del tren y me acerqué caminando hasta la respuesta. 

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