lunes, 27 de enero de 2014

Escalofríos.

Mirarla. Intentar meterte en su cabeza a través de sus ojos. Sonreir cuando la ves reir con esas carcajadas que te ponen la piel de gallina. Darte cuenta de lo mucho que te había estado haciendo falta.
La acaricias, la abrazas, la besas suavemente en la mejilla y ahí están los latidos de tu corazón traicioneros haciendo que te des cuenta de los verdaderos sentimientos que tienes hacia ella y que, por mucho que los quieras ocultar, no puedes, porque a cada día, hora, minuto, segundo que pasa, se hace más grande.
Y es irónico pensar que ya te pertenece, que no tienes que tener miedo de perderla porque ahí está. Preciosa. Con esa sonrisa que te enciende.

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