jueves, 13 de marzo de 2014

Afuera en la ciudad.

"Me miró como si temiese que me fuera a marchar yo también y vi como se la empañaron los ojos mientras me acariciaba la mejilla y me decía lo mucho que me quería.
No me gustaba aquella situación. No me gustaba ver a mi madre llorar. La abracé y no dejó de llorar hasta que se dio cuenta de que el agua ya estaba hirviendo. Se secó rápidamente las lágrimas y me pregunto cómo quería los espaguetis. La sonreí. La besé la mejilla y la dije que como más la apeteciesen iban a estar bien.
Y fue extraño porque aún no sabía porque esta vez se nos estaba haciendo tan difícil su marcha. Y justo después de unos días me di cuenta. Estaba sola. Se sentía sola. Sentía como yo era lo único que la quedaba. Me esperaba ansiosa cada día, me abrazaba con más frecuencia y sentí su desesperación latente en cada abrazo. Su desesperación por mi marcha en un futuro."

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