Empezar el día entrando por la puerta y buscándote entre la multitud. Dedicarte cada suspiro ya es costumbre y ponerme nerviosa con solo rozarte una parte del cuerpo es rutina. Buscar tu abrazo en cualquier momento, aunque se que no va a llegar nunca.
Y querer convencerme a mi misma de que tengo que intentar no pensarte.
Es complicado ver como poco a poco te has introducido en mi vida sin querer queriendo y como me has robado el aliento de una manera tan absurda. Que creo que cuando por fin he llegado al final, vuelvo al principio arrastrada por tus caderas y tus labios. Y lo odio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario