jueves, 17 de julio de 2014
Palos de ciego-Izal.
La mayoría de las veces sonreía sin que la sonrisa le alcanzara sus ojos, que siempre estaban tristes y cansados, como si llevara varios días despertandose en mitad de la noche, atacado por pesadillas, sin poder volver a dormirse después. Y siempre intentaba gritar la necesidad asfixiante de querer volver a ser el que era. Pero nadie lo escuchaba. Nadie prestaba atención a aquella persona de ojos grandes e inexpresivos y sonrisa enorme.
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