viernes, 27 de marzo de 2015

Lost.

Días de esos en los que lloras. Y solo lloras. Y te dices "para, para ya" pero no puedes parar. Te duele la cabeza, sientes que te va a explotar de un momento a otro y decides dormir, piensas que así se te pasará. Y cuando despiertas parece que ya ha pasado. Pero no. Empiezas a respirar deprisa, sientes como si te hubieran atado algo al pecho que no te deja respirar con normalidad y te cunde el pánico y vuelven a humedecerse tus ojos y las lágrimas brotan de ellos como si de una cascada se tratase. Y tienes frío. O calor. Ya ni lo sabes. Vuelve el dolor de cabeza. De pensar. De llorar. De imaginar. De hablar contigo mismo. Y solo quieres que sea otro día. Aunque sabes que nada cambiará. Y te empiezas a preguntar seriamente cuales son las razones de tu llanto y ni tú lo sabes. Llevas tantas horas llorando que ya se te ha olvidado. Has buscado diferentes motivos a lo largo de las horas para explicarlo. Y ya no sabes cuales de esos motivos son los reales. Y bueno... Empiezan las vacaciones.

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