-¿Y que te dijo?
-Nada porque se fue, se giró y caminó por la calle dándome la espalda. Se fue de la ciudad allí donde yo no podía ir a buscarla.
-Debió de ser duro.
-Durante un tiempo. Si miro otros ojos aún me ahogo en el recuerdo de los suyos.
-¿Y cómo estás ahora? ¿La echas de menos aún?
-Aún sí. Todas las noches sobretodo.
-¿Y qué piensas?
-Pues pienso que me siento como un estúpido crío al que le han dicho que no a esa bolsa de gominolas del kiosko de la esquina.
Y engullo las pipas y tiro las cáscaras a la bolsa vacía, dejando que algunas caigan por mi sofá y el suelo. Y aprieto la puñetera bolsa, ahora llena de recuerdos vacíos como si eso consiguiera que la nostalgia se comprimiera. Que tontería, porque a las horas se me pasa, aunque siempre queda esa sensación de que no se ha ido de todas partes. Y siento una presión aquí, en el pecho, ya sabes... Porque de ahí nunca se ha ido. Sigue aquí. Sigue aquí...
Y engullo las pipas y tiro las cáscaras a la bolsa vacía, dejando que algunas caigan por mi sofá y el suelo. Y aprieto la puñetera bolsa, ahora llena de recuerdos vacíos como si eso consiguiera que la nostalgia se comprimiera. Que tontería, porque a las horas se me pasa, aunque siempre queda esa sensación de que no se ha ido de todas partes. Y siento una presión aquí, en el pecho, ya sabes... Porque de ahí nunca se ha ido. Sigue aquí. Sigue aquí...
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